11 de noviembre de 2003

Banquer, un adelantado

    En Rosario, allá por mi tierna juventud, no había más que una empresa de fletes: "Servi-Flet". Así como aprendimos a decir birome en vez de bolígrafo, para llamar a un flete decíamos "pedite un serviflet".

    Por esa misma época, supo haber un "representante de artistas", a quien no conocí personalmente, pero del cual me llegó su nombre, Banquer, y la muletilla que lo consagró a la fama: "Abajen los mafles que viene el semiflé".

    Pero estas son cosas del siglo pasado, cuando no conocíamos la palabra globalización. Esta semana, estuve asistiendo a un curso, dictado por un ingeniero de sistemas, acerca de un paquete de programas IBM. Admito que ya ni pestañeo cuando tengo que escuchar delicias tales como "esquedulear un job que interfacea con el server para submitir un backup". Pero, a pesar de estar bastante curtido, este profe logró sorprenderme al mencionar que, entre otras cosas, este producto sirve para inventorear.

    Mientras yo remontaba vuelo tratando de imaginar qué corno sería eso (¿inventar nuevas maneras de hacer una corrida de toros, tal vez?), alcancé a escuchar, como a lo lejos, a uno de mis compañeros pidiéndole al profe que, por favor, escribiera un poquito más arriba, porque el pizarrón estaba demasiadamente bajo.


    Cavilando sobre estas y otras exquisiteces del lenguaje estaba yo, al otro día, yendo a la última clase, cuando me vuelve a la realidad la voz de uno de los tantísimos vendedores que pululan los vagones del subte. Este hombre ofrecía a dosss pesitosss nada másss auriculares Sony, que contaban con las siguientes cualidades (que paso a transcribir en fonética): "fitsa" -sí, sí, en vez de ficha, como quien dice pizza- "fitsa universal, ideal para uolmar o dixmar". SIC y recontra SIC.

    Banquer, estés donde estés, vaya este merecidísimo homenaje. Has sido un precursor.