6 de mayo de 2023

Tropiezos

  Ayer, como cada mañana, las golondrinas ejecutaban su acostumbrado ritual: vuelos en círculo, hipnóticos, y cuyo significado ignoro. Esta especie de danza suele durar un buen rato hasta que, en un momento dado, como obedeciendo a una orden misteriosa, todas desaparecen al mismo tiempo.

En eso, un ruido fuerte me sobresaltó. Me asomé, y vi a una de ellas caída en el piso del balcón. Deduje que, por miopía o error de cálculo, la muy despistada se había llevado puesta la reja.


        Parecía grogui, fuera de combate. Sin embargo -todo esto duró apenas unos segundos- de golpe levantó la cabeza y, aún en el piso, ejecutó un par de aleteos veloces para luego remontar vuelo, como si nada.

Mi pensamiento se desplazó entonces a la inolvidable "Glosa" de Saer, y a la discusión en torno a si el caballo de Noca había tropezado o no. 

No sé si los caballos pueden tropezar; pero las golondrinas, sí. Doy fe. Y los humanos, ni te cuento.