- Zeide, ¿vos tenés dos pesos? - me encara León, anoche.
- Sí - contesto, esperando el mangazo.
- Porque... yo no soy pedigüeño - repetido esto dos o tres veces, con mucho énfasis-; nomás te quería decir que en el quiosquito de al lado venden un yoyó que ¡me encanta!, no sabés, ¡está buenísimo!.
Es posible que, en las salitas de preescolar del siglo XXI, los párvulos estén aprendiendo refinadas estrategias de marketing. Y nosotros todavía pensando en el pastito para los camellos...
30 de agosto de 2005
Marketing
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario